domingo, 16 de marzo de 2008

La Humildad

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La primera prueba del verdadero hombre grande o de la verdadera mujer grande, es la humildad. La humildad es el sólido fundamento de todas las demás virtudes. Por Nelson Zenteno

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Escrito por Nelson Zenteno


Cuando se le preguntó a San Agustín cuál era la primera de las gracias cristianas, el contestó: “La humildad”.

Cuando se le preguntó cuál consideraba él que era la segunda gracia más grande que todas, contestó “La humildad”.

Entonces se le preguntó : ¿Cuál es la tercera gracia que considera entre las mayores? Volvió a responder:”La humildad”.

Esto de la humildad es sumamente mal entendido. Sin embargo, no creo que haya una lección más difícil de aprender que la de la humildad. Es el más raro de todos los dones, la más difícil de todas las lecciones.

Hemos llegado al punto en que pensamos que la humildad es señal de debilidad. Amigos míos, la humildad no es señal de debilidad. No es una cualidad débil y tímida. Es una manifestación de fortaleza y madurez. Muéstrenme ustedes la virtud de la humildad, la mayor de todas las gracias cristianas en la vida de un hombre o de alguna mujer, y yo les mostraré a un individuo que tiene gran fortaleza espiritual y una gran seguridad espiritual. Solo uno que esté espiritualmente seguro, puede darse el lujo de ser humilde.

La primera prueba del verdadero hombre grande o de la verdadera mujer grande, es la humildad. La humildad es el sólido fundamento de todas las demás virtudes.

La humildad le permite a uno tener una correcta estimación de si mismo. No hay nada peor que la persona que se jacta acerca de su humildad, la que siempre está fanfarroneando con respecto a su humildad. Tan humilde es, que siempre está orgullosa de ello. Uno debería tomar un alfiler y pinchar su orgullo espiritual. Sólo cuando todo el orgullo espiritual salga de nosotros, podremos ser un vaso rendido y flexible; un vaso que Dios pueda utilizar.

El mismo maestro dijo: ”Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”.

Cuanto más espiritual llegue a ser una persona, cuanto más del Espíritu tenga en su vida, cuanto más rendida esté al Espíritu del Dios viviente, cuanto más consagrada llegue a ser, cuanto más cerca esté del Señor; tanto más humilde llegará a ser. Y esto no es un signo de timidez espiritual, sino un signo de fortaleza y de seguridad espiritual.

Llegó el día cuando el poderoso Abraham dijo: ”He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza”. Abraham, al verse a si mismo, tenía el derecho de estimarse. El exclamó: ”Soy polvo y ceniza”.

Hoy, si Dios hablara a alguien como habló a Abraham, para hacerle poderosas promesas y establecer con él pactos, tal hombre se pondría tan inflado y tan orgulloso, que no podríamos mantenerlo dentro de su chaqueta. La chaqueta largaría los botones y él saldría pavoneándose y diciendo:” ¡ hey!...Oigan lo que Dios me dijo. Miren lo que me prometió. Pongan cuidado de mí y de éstos grandes pactos. Dios me los dio a mí y a mi descendencia”. No fue así Abraham. Él dijo: ”Soy polvo y ceniza”.

Observemos a Moisés. Observemos la relación que tuvo con Dios. Observemos la cercanía de Moisés con Dios, el favor que Moisés disfrutó de Dios. Sin embargo, Moisés le dijo a Dios: ”¿Quién soy yo para que vaya al faraón y saque de Egipto a los hijos de Isrrael?”.

Consideremos a Salomón, el hombre más sabio de la tierra. Aún en la actualidad se cita a Salomón en los tribunales. Sin embargo, Salomón dijo:”Yo soy joven, y no sé como entrar ni salir”.

Esa es, amigo mío, la real sabiduría. Cuanto más sepa el individuo, tanto más comprende lo poco que sabe. La persona que piensa que lo sabe todo, es ignorante. Es ignorante la persona que nunca acepta consejo. Es ignorante la persona a quien no se le puede decir nada. Cuanto más Usted sepa, cuanto más comprenderá que sabe muy poco. Esa fue la razón por la cual Salomón, con toda su sabiduría dijo:”Soy joven y no sé como entrar ni salir”.

Pensemos en David. Escribió la mayoría de los Salmos, y en ninguno de ellos se puede hallar ninguna clase de mención en el sentido de que él fue el que mató a Goliat. El dejó que eso lo comentaran otros. El individuo que está espiritualmente seguro, el que tiene fortaleza espiritual, no tiene que andar proclamando sus propias hazañas. No. Anda suavemente. Anda tranquilamente. Sabe que depende absolutamente del poder de Dios.

Aún así digo que esta lección de la humildad es la más difícil de aprender. Y esta es la razón por la cual fue la última lección que Jesús enseñó a sus discípulos antes de marcharse.

Creo que Ustedes conocen muy bien este incidente. El había alcanzado a oír la conversación de los discípulos en cuanto a quien sería el mayor en el reino de Dios. El maestro, muy apaciblemente se ciñó una toalla, como un esclavo, y se puso de rodillas. El, que era tan Dios como si no fuera hombre, que tenía todo el poder en el cielo y en la tierra, les lavó los pies a los discípulos. Luego les dijo:”Porque ejemplo les he dado, para que como yo les he hecho, ustedes también lo hagan”.

Los grandes hombres no tienen que preocuparse por dejar monumentos. Dios nunca ordenó que algunos de sus hijos dejen grandes monumentos de ellos mismos cuando se marchen de este mundo. El monumento más grande que un cristiano puede dejar, es el haber conducido a un alma a los pies de Cristo, a través de su humildad.

Después de Pentecostés, Mateo tomó una pluma para escribir uno de los evangelios. Pero mientras escribía, mantuvo por completo a Mateo fuera de vista. El se llama a si mismo ”el publicano”. Se humilló a si mismo y ensalzó a Jesús.-Lucas escribió otro evangelio y actualmente sería el Doctor Lucas, pero usted no encuentra el nombre de él en todo lo que escribió, menos su título. Juan se mantuvo escondido al decir:”Uno de sus discípulos , al cual Jesús amaba”. Y Pablo, al más grande de todos los santos, al hablar de si mismo dijo:”Soy menos que el más pequeño de todos los santos”.Cuando habló acerca de los pecadores, decía:”Yo soy el primero”.

Eso, estimados amigos, es HUMILDAD.

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