domingo, 22 de febrero de 2009

¿Crisis?...¿dónde, cuándo, cómo?



Albert Einstein decía: “sólo la imaginación es más importante que el conocimiento en los momentos de crisis”. Busqué en mi diccionario Anaya la palabra “imaginar” y decía: “representar mentalmente una cosa y creerla en la imaginación.”
Que definición más cercana a la fe, ya que ésta “es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” ó además, “creer en las cosas que no son, como si fuesen”.
Para nadie es un secreto que la palabra más escuchada en este tiempo es “crisis”. Constantemente los medios nos bombardean con la crisis financiera, alimenticia, inmobiliaria, ambiental y los comentarios pesimistas de los “expertos” en economía.
Unos opinan: “La economía va a empeorar. Los consumidores más cautos restringieron sus gastos. Los bancos y otras instituciones financieras sufrirán más pérdidas. Pero todos ellos son síntomas reales de la recesión, lo que atemoriza no es un hecho en particular, sino la perspectiva de que las cosas se están descontrolando. El pánico es el enemigo. Antes, las crisis se originaban por escasez y desastres naturales. Hoy son producto de la abundancia.El sistema capitalista ha producido enormes avances en el desarrollo. En un par de siglos crece la riqueza material a una velocidad inconcebible antes en la historia de la humanidad. Sin embargo, la consecuencia no ha sido una regulación planificada racional, dirigida y administrada por la sociedad. El sistema capitalista se organiza en función de la ganancia. Las relaciones entre los hombres se producen a través de ese ente avasallador y dominante que es el mercado, inconmovible ante las preocupaciones y las angustias de los seres humanos”. "Esta crisis dejará numerosas víctimas. El sistema de evaluación de riesgos actualmente en vigor será particularmente afectado", etc.,etc.,etc.
El asunto es que la crisis no termina allí, sino que trasciende y afecta en los hogares y entonces tenemos crisis en las familias, divorcios, familias disfuncionales, rebelión de los hijos, infidelidades, adicciones, “0” confianza en el futuro (delincuencia) y otros problemas.
Paseando por la historia me encuentro que ha habido muchas épocas de crisis y leyendo la Biblia, también. Abraham vivió tiempos de crisis, igual José en Egipto con el sueño del faraón de siete vacas gordas y siete vacas flacas. Elías también vivió tiempos de hambre y sequía. Eliseo y muchos reyes más, pero ninguno de ellos tuvieron temor. Ellos confiaron en Dios.
Las crisis producen temor, miedo, ansiedad y desesperación, pero con el amor de Dios, “no hay temor, porque el perfecto amor, echa fuera el temor”.
Es probable que tú estés atravesando una crisis hoy, estés lleno de susto pensando como salir del problema o pensando tal vez ¿cómo me metí en este asunto y me endeudé demasiado? De seguro sientes que tus acreedores han ordenado tu muerte y quisieras retroceder tu vida para no pasar por lo que estás pasando. No debemos escuchar voces de miedo, sino llenarnos de fe y confiar en Dios.
¿Sabes lo que el miedo y la fe tienen en común? Un futuro que no ha llegado. El miedo cree en un futuro negativo. La fe cree en un futuro positivo. Ambos creen en algo que todavía no ha sucedido. Por tanto te pregunto: ¿por qué no elegir a creer en un futuro positivo? ¿por qué dejar que el miedo sabotee tu alegría y el éxito?
Creo que durante estos tiempos difíciles tenemos que elegir entre dos caminos. El camino positivo o el camino negativo. Le anticipo que nuestra vida no puede estar en dos caminos al mismo tiempo, así que tenemos que hacer una elección y esta elección determina nuestra convicción sobre el futuro, la actitud y las acciones que llevamos a la actualidad. Mi elección va a determinar mi futuro. La voz que estoy escuchando me puede llevar al fracaso o al éxito.
Entre las cosas que marcaron mi actitud para enfrentar la vida, una de ellas data del 1966. Apenas con 15 años, internado en un liceo de Iquique, mi único permiso de salida era el domingo en la tarde para asistir al cine Coliseo o Nacional eran mis preferidos. Fue entonces cuando exhibieron la película “Grand Prix”.
A pesar de que el protagonista era James Garner, Ives Montand se convirtió en mi héroe. Con su actitud paternal, (era el más viejo de los corredores), siempre había sido el campeón. Fue en un momento de crisis: su vehículo había arrollado a personas del público, el futuro con su amante era incierto, los competidores más jóvenes ansiaban destronarlo de su campeonato, una esposa lo agredió porque arrolló y mató a su esposo en su propia casa, cuando lo entrevistan y preguntan: ¿Cuál es el secreto de ganar siempre las carreras y haberse mantenido tanto tiempo como el campeón? Su respuesta marcó mi actitud diaria para siempre:
“Cuando estamos en plena competencia, cuando el fragor de la carrera está al máximo, cuando los nervios están al límite, entonces siempre ocurre un accidente. Alguien choca, alguien vuelca, alguien muere. Entonces asoman las banderas de precaución y todos disminuyen su velocidad por temor al peligro. La pista puede estar obstruida. Es entonces cuando acelero más, al máximo”. No me pida que recuerde con exactitud las palabras, ni exactamente los hechos. Han pasado ya cuarenta y cuatro años, pero en medio de todas las dificultades de mi vida, en medio de todas las crisis que me ha puesto el destino, es cuando más “acelero”, más le pongo empeño, más trabajo, más me esfuerzo, y salgo adelante.
Debemos tener una actitud optimista, concentrarnos en lo que estamos haciendo, hacerlo cada vez mejor y no escuchar voces alarmistas y pesimistas que piensan que a Dios se le perdió el control del mundo o que cualquiera puede meterle “goles de media cancha”
Para terminar, quiero ilustrarlo con una historia: Un hombre que vivía a la orilla del camino, vendía perros calientes. No había radio, ni televisión, ni periódico, no sabía nada de Internet; pero hacía y vendía muy buenos perros calientes. Sólo se preocupaba por la prosperidad de su negocio y colocaba cartelones de propaganda por varios metros del camino. Ofrecía sus productos en voz alta y el pueblo le compraba. Las ventas fueron aumentando y por eso empezó a comprar el mejor pan y las mejores salchichas. También le fue necesario comprar un carrito más grande para atender a la creciente clientela, porque el negocio prosperaba. Sus perros calientes eran los mejores de toda la región. Venciendo la situación económica pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar “economía” en una universidad del país.
Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que el papá continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él: “papá, usted no escucha radio, usted no ve televisión, usted no lee los periódicos, usted ni sabe Internet. Hay una crisis en el mundo y la situación de Chile es crítica. El que no haga algo y sepa ahorrar, va a quebrar”. Después de escuchar asustado las consideraciones de su hijo profesional, el padre pensó:
“Si mi hijo es economista, lee los periódicos, escucha radio, ve televisión, sabe Internet, entonces sólo puede tener razón…”
Con miedo de la crisis, el viejo buscó el pan más barato (el más malo)y comenzó a comprar las salchichas más baratas (las peores) y para economizar, dejó de hacer sus cartelones de propaganda.
Deprimido por la noticia de la crisis, ya no ofrecía sus productos en voz alta. Tomadas todas estas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo y llegaron a niveles insostenibles, hasta que el negocio de perros calientes del viejo que antes generaba recursos hasta para que el hijo estudiara “economía”, quebró.
Entonces el padre muy triste, se dirigió a su hijo con estas palabras: “Hijo, tenías razón, estamos en medio de una gran crisis, bendita sea la hora en que te envié a estudiar economía. Si no hubiera sido por ti, quien sabe que hubiera pasado”…
Puedes ver que nuestras elecciones determinan nuestro destino, este hombre decidió comportarse con un espíritu recesivo, conformista y perdió. En temporadas de crisis no hay que dejarse vencer por el miedo, sino ser creativos. No llenes tu mente de pensamientos negativos, no te autolimites, no caigas en el pánico, llénate de fe y esperanza.
“Si piensas que tus problemas tienen solución, estás en lo cierto; pero si piensas que no tienen solución, también lo estás”.
Hoy es el mejor día para desarrollar tu imaginación y creatividad ante la crisis. Comienza a ver y escuchar oportunidades. Dios tiene cosas grandes para ti, pero eres tú quien elige seguir en el desierto o entrar en la tierra prometida.


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domingo, 15 de febrero de 2009

Los sordos también oyen.


Los buses rugen en la ciudad, echando su mugre por el aire. Los vendedores llaman a los caminantes, garantizando el mejor precio. Un avión vuela arriba, rayando el cielo con una pincelada de tiza blanca, con silbido remoto pero audible. El pito del carabinero rompe toda distracción, mientras señala que todos paren o caminen, según su discreción. Parlantes de alta potencia sacuden las paredes de un hogar que parece discoteca y la sirena de una ambulancia deja recuerdo audible de que en este mundo algunos disfrutan mientras otros sufren. El bombardeo de sonidos a veces nos cansa y anhelamos una caminata larga en un bosque, una orilla de playa o en un parque. Pero, ¿cuál es la alternativa? Creo que confrontados con la facultad de oír o ser sordo, todos escogeremos el poder oír.
Todos los sentidos que Dios ha creado forman parte de un hermoso conjunto de habilidades para que el hombre exprese lo mejor de su humanidad y su lugar como mayordomo de Dios en este mundo. En cuanto al oído, parece que Dios le había dado a Adán en forma audible sus primeros mandamientos. Y sin duda lo primero que Eva oyó en este mundo fue la exclamación de sorpresa y alegría de su marido, ¡ya no cargado de sueño al verla!
Con el oído Adán oyó la voz de Dios, entregándole su misión emocionante como mayordomo del Creador de este mundo. Con el oído Eva escuchó a Adán relatarle como nombró los animales, y como no había encontrado ninguna pareja entre ellos. Con el oído Eva podía escuchar el susurro de su marido: “te amo”.
Pero fue con el oído que Eva también escuchó palabras engañosas emitidas por la lengua partida de la serpiente. Fue por el oído que Adán escuchó el consejo erróneo de su esposa y comió el fruto prohibido. Y fue con el oído que tanto Adán y Eva oyeron con terror las maldiciones de Dios sobre ellos y su expulsión del huerto del edén para siempre. Desde ese día ha existido un defecto en nuestro órgano de oído…no tanto en el sentido físico, sino en conexión con el corazón. Las palabras de Dios siguen siendo emitidas. Dios no ha dejado este mundo desprovisto de su palabra. Y las palabras de cariño, amor y apoyo siguen siendo habladas entre los hombres. Pero nuestro corazón perverso y engañoso ahora tuerce las palabras de Dios y de hombre, a veces rechazando del todo cada una, a veces haciendo burla de ellas.
En el Antiguo testamento, Dios denuncia la “sordera” de Israel, no que no podían oír sonidos y palabras, sino que no oían ni escuchaban la voz de sus profetas. Ya que no querían escuchar la voz de Dios, Dios les quitaría la facultad de oírle y como castigo promete hablarles en otro idioma que no entenderían. (el idioma del opresor ¡Asiria! Ver Isaías 28:11-13).
Jesús, años mas tarde, repite la misma denuncia contra aquellos que lo tenían al frente, le podían oír todos los días, pero torcían y rechazaban lo que decía. Dijo que sus parábolas servirían tanto para crear fe, como para endurecer: “Para que viendo no vean y oyendo no oigan” (Mateo 13:13)
En este contexto encontramos en dos ocasiones que le traen a Jesús personas que el demonio había hecho sordas. ¡Qué casualidad! Precisamente cuando el hijo de Dios camina la tierra anunciando libertad a los que están bajo el dominio del maligno, Satanás bloquea la facultad de oír. ¿podría lograr sus planes malévolos para estas personas? ¿podría mantenerlas atrapadas el tiempo suficiente para que nunca oyeran el evangelio? Parecía que sí. ¿Quién podía sanar un sordo? Nadie había hecho eso. La causa parecía estar perdida. Los propios discípulos de Jesús, quienes habían expulsado demonios y quienes habían hecho proezas para su maestro, no pudieron con este caso.
Pero, el que creó las facultades del hombre, ¿no podrá liberarlas? El que creó el oído, ¿no podrá abrirlo? Dios había profetizado por medio del profeta: “En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel” (Isaías 29:18-19)
La sanidad de los sordos era mucho más que otro milagro. La sanidad de los sordos señalaba en forma pujante que Jesús había invadido este mundo para hacer oír su voz. Su palabra tendría el poder de penetrar la condición más imposible del corazón humano y de cambiarla.
¿Qué es la sordera moderna? Me pregunto si el deseo de estar siempre bombardeado por ruido, música, la televisión, etc.¿no será una forma de huir de la voz de Dios y de la voz de nuestra conciencia? Muchas personas aborrecen el silencio. ¿Cuál miedo nos agobia que huimos de contemplar la palabra de Dios en silencio? Creo que un análisis de nuestra sociedad encontraría en muchas personas el deseo consiente de ser “sordas”. De allí la creación del bombardeo bullicioso de los medios masivos.
Pero creo que encontramos otra sordera entre los mismos cristianos, que debe ser “sanada” con urgencia. Urge un exorcismo del demonio de la sordera entre los que se llaman “hijos de Dios” y la prueba de ello es que “oyen” muchas palabras bíblicas , pero no son “hacedores” de la Palabra. Jesús dijo que sus discípulos son aquellos que oyen y siguen. Santiago nos insta a ser no sólo “oidores” sino hacedores de la palabra de Dios. La Biblia conoce muy bien la sordera espiritual que practicaban los fariseos. Los datos que yo tengo y los sondeos que he hecho, demuestran que no existe casi ninguna diferencia entre cristianos y no cristianos en las siguientes áreas: la mentira, el chisme, la fornicación entre adolescentes, el uso de la pornografía y el engaño al conyugue. Quiere decir que nuestras iglesias están llenas, pero llenas de sordos.
Pero el problema se agrava más, entre más lo examinamos. El problema de sordera espiritual no es problema que emana de las bancas, sino de los mismos púlpitos. En muchas religiones, sectas, denominaciones o como usted las llame, se han descubierto liderazgos mentirosos, divisionistas, fornicarios, orgullosos, ladrones y engañadores. Esta sordera espiritual ha contribuido en forma poderosa para castrar al pueblo de Dios de su fuerza hoy, a tal grado que hoy muchos se ríen de nuestro mensaje, como si fuéramos unos sordomudos intentando decir algo inteligente sin la capacidad de hacerlo. Somos irrelevantes, casi chistosos o bien patéticos engañando a nadie sino a nosotros mismos.
Ni los payasos toman en serio sus juegos sino que se ríen, pero esta clase de “cristinos”, perdón, cristianos parecen disfrutar este pasatiempo de “payaso religioso”, denunciando con toda seriedad en un lugar lo que salen a disfrutar corriendo al día siguiente. A raíz de esto muchas iglesias se han rendido y sus cultos colaboran para crear más sordera espiritual con una atmósfera más de discoteca que otra cosa y la ausencia casi en absoluto de alguna presentación seria de la Biblia. Ahora, con “la super gracia de Dios” ya no existe el dilema de tratar de cambiar nuestras vidas, sino podemos entregarnos a las pasiones de la carne asegurados que no contaminan el alma.
Sólo un exorcismo pudo librar al sordo atrapado por el poder de Satanás. Tal vez nuestra condición es peor de lo que nos imaginábamos. Los consejos amables con palmaditas en la espalda no lograrán ese exorcismo. Sólo una palabra autoritativa del Maestro lo puede hacer. Esa palabra tiene que oírse primero en nuestro corazón, arrancando la sordera de lo profundo de nuestra alma, quebrantando toda rebeldía. Sólo entonces podremos afirmar: “Los sordos también oyen”.