domingo, 2 de marzo de 2014

¿Realmente eres Feliz?

La vida… para muchos de nosotros es tan complicada. Todos tenemos nuestra propia perspectiva de la vida. Ella comienza con amor, demanda amor y siempre busca amor; tan hermoso, tan sencillo, aunque tan difícil de comprender para nosotros.
Arrastrándose dentro del límite de aquellas cuatro paredes, rodeado de papá, mamá y otros miembros de la familia, cuán felices éramos. Cuán entusiasmados solíamos estar viendo las cómicas en TV, recibiendo juguetes, comiendo chocolate, etc.

Con una frontera ampliada en la vida y con más amigos a nuestros alrededor, ¡se supone que deberíamos ser aún más felices! Pero, ¿realmente lo somos?
Antes de que desarrollásemos sistemas de educación, buenos medios de transporte y comunicación, etc., éramos felices. Pero ahora, con todos estos avances, ¿por qué no podemos ser felices?
Tenemos la habilidad y tecnología para alcanzar el espacio exterior… y sin embargo no podemos desarrollar una tecnología para traer una sonrisa al rostro de alguien. Las necesidades y quereres nos impulsan hacia todos estos descubrimientos y nos llevan hacia el lujo. Estos son los mismos quereres que, en un extremo, se convierten en deseos… deseos ilimitados en los que nos ahogamos.
Nos estamos ahogando deseando más amor, más lujo, más comodidad y más éxito.

Hemos acumulado vastos conocimientos aunque fallamos en comprender la sencilla verdad de la vida: la vida es una travesía y tenemos que aceptar todo lo que nos sale al encuentro. La única manera de sonreír es aceptar lo que somos y lo que tenemos… nunca correr y lamentarnos por lo que no tenemos

sábado, 22 de febrero de 2014

¿Cómo alcanzar un trabajo extraordinario?

“Para ser exitoso no tienes que hacer cosas extraordinarias. Solamente haz las cosas ordinarias con amor y excelencia.”
La clave para disfrutar tu trabajo es dejar de pensar que lo haces por otros o por la empresa y comenzar a hacerlo para ti mismo. Hay una historia que leí hace mucho tiempo que quiero compartirla contigo porque sé que andas buscando lo extraordinario.
“Doña Rosa era una ascensorista de un viejo edificio de Juzgados, que permanecía congestionado de visitantes, ellos entraban y se atiborraban en uno de los viejos ascensores.
Cuando se abría la puerta, la multitud que salía empujaba a la que quería entrar, armando un desorden que se repetía en casi todos los pisos. Hacía calor y los olores se concentraban en el elevador.
A pesar de todo eso, doña Rosa cuidaba su ascensor como si fuera el más fino y valioso. Cada mañana, ella pulía las partes metálicas y las aseaba lo mejor posible. A pesar de esas condiciones, andaba sonriente y entusiasta, saludaba y se despedía al abrir y cerrar las puertas, sorprendía a las personas al recordar sus nombres, bromeaba para que la gente sonriera y respondía con amabilidad a todas las preguntas que le formulaban.
Aparte de eso vendía papel oficial, sellos de correo y en sus pocos ratos libres tejía ropa para bebés.
Un día alguien le preguntó cómo podía permanecer tan contenta en esa clase de trabajo incómodo, rutinario y mal pagado.
A lo que ella contestó: -Muchas personas creen que yo actúo así por la gente y en realidad lo hago por mí. Cuando doy buen trato, me siento satisfecha, si los ayudo, la mayoría me lo retribuye y me aprecia.
-Sé que mi ascensor es viejo y mal mantenido, cuando lo limpio, me estoy cuidando a mí misma, porque aunque no es mío, vivo en él muchas horas de mi vida y si lo trato bien, me va a servir mejor.
-¿Y todos los otros ascensoristas piensan así? -le preguntaron.
-No -respondió- algunos de mis compañeros piensan que su tiempo de trabajo no les pertenece a ellos, dicen que es el tiempo de la empresa. Parecen ausentes, es como si murieran a las ocho de la mañana y resucitaran a las seis de la tarde.
Suponen que trabajando de mala gana van a maltratar al jefe o a otros, cuando en realidad es el tiempo de su vida, algo que nunca van a recuperar.”
Esta historia nos muestra que si somos apasionados en lo que hacemos podemos disfrutar no solamente del trabajo, sino de la vida.
Asegúrate de que lo que haces es lo que te gusta y disponte para dar lo mejor de ti. Si lo que haces no te gusta prepárate para dejarlo e ir tras lo que te guste.
Para tener un trabajo extraordinario  no basta con hacerlo, sino como hacerlo y es hacerlo con excelencia. ¿Estás listo?
La elección es tuya si quieres hacer de tu trabajo ordinario o extraordinario. ¿Cómo quieres que sea?
Si no estás disfrutando tu trabajo o tu carrera quizás es tiempo de hacer un alto y comenzar a ir por lo que te apasiona.