sábado, 23 de octubre de 2010

LOS DERECHOS DEL DIABLO (animismo evangélico- 1ra. parte)


Como el agua que baja por la cloaca busca el lugar más bajo y reposa solamente cuando encuentra una laguna estancada, así el error teológico sigue su curso hacia abajo, buscando su reposo lo más lejano posible de la luz del evangelio. Desde hace tiempos, se enseña sobre los supuestos “derechos” del diablo y hoy no es sorpresa que un error como este adquiera popularidad entre los ignorantes y los falsos maestros.
La iglesia evangélica popular en América latina desde sus comienzos ha tenido fuertes tendencias hacia el animismo o el paganismo autóctono. Las evidencias son abundantes y reconocidas por muchos líderes. De hecho, mucho de la religión Católica popular se ha traspasado a la evangélica, con las supersticiones sobre demonios, espíritus y fuerzas animistas. La iglesia dominante popular dejó intacto mucho de la “espiritualidad” animista de los indios, cuando los españoles conquistaron América latina. Y la iglesia evangélica ha dejado intacto mucho de este mismo animismo “católico”, mientras intenta “conquistar” Latinoamérica.
Una de esas tendencias paganas y animistas es el temo de los supuestos “derechos del diablo”. Esta posición dice que el diablo tiene “derechos legales” ante Dios mismo, que ni Dios puede violar. Siendo una teología bastante confusa, es difícil pedir a sus defensores que provean razones bíblicas y racionales del asunto, pero más o menos se presenta de la siguiente manera . El hombre, al caer en pecado, ”se vendió al diablo”, y el diablo adquirió derechos sobre todos los hombres pecadores. Estos derechos se cobran a cada rato y los desastres a los seres humanos son el resultado de los caprichos del maligno ofreciendo sus derechos sobre los pecadores.
Los falsos maestros, disfrazados de pastores evangélicos son muy hábiles en utilizar todas sus artimañas para atemorizar a sus oyentes con la abundancia de pruebas en la vida de los que son atrapados por el diablo. De la misma manera que los chamanes y brujos “evangélicos” modernos hacen lo mismo, por medio de exaltar las fuerzas malignas y manipular el sentido de incertidumbre que todos tienen ante la vida.
En los peores casos se enseña que Jesús murió para pagarle al diablo el precio del rescate - ¡tan divinos son sus derechos!
El carácter animista del evangelio popular se ve en que ni siendo cristiano eres librado del diablo, sino que cada vez que pecamos volvemos a correr el riesgo de caer de nuevo en las garras todopoderosas del diablo todopoderoso. Los brujos modernos truenan desde sus púlpitos que tengan cuidado todos, porque el que peca… (ayayaiiii) le otorga “voluntariamente” derechos cobrables al demonio. Y cobrar, sí que lo hará. ¡Tiemblen desdichados!...
¿Cómo se puede librar de semejante enemigo? El antídoto, como es de esperarse, es una buena dosis de “magia blanca”. Las formas varían, pero una cosa es segura – no se encuentra en la libre y entera justificación por la fe en Cristo. El menú consiste de más recetas animistas. En algunas iglesias, la ardua obra de liberarse debe comenzar en un “Encuentro” – una reunión mística que busca “cortar” con maldiciones pasadas empleando fórmulas específicas para hacerlo. Ciertas frases, cuales talismanes, son recomendadas para cubrirse con el poder de Cristo. “La sangre de Cristo” ahora equivale lo que para otros era “el sagrado corazón de Jesús”, o la invocación de un santo, que al invocarse producirá protección tanto de demonios como de una lluvia fría, o de un perro bravo que quiera mordernos (san Roque, san Roque y el amigo de los perros, Lázaro, Lázaro). Se enseña que el diablo tiene poder, mucho poder, pero las “buenas nuevas” son que tú (con el asesoramiento del brujo) puedes librarte de él. Cada domingo podría haber una nueva revelación sobre cómo vivir tu vida libre del que te acecha y busca tu ruina – por eso tú no debes faltar nunca al culto, ni llegar atrasado. ¡Faltarías a la bendición! Miles de recetas son ofrecidas de acuerdo a la malvada imaginación del brujo. Y como el descaro es descarado, muchos brujos ahora han terminado con el engaño y sencillamente piden la “ofrenda” (gallinas no, por favor, dinero sííí), echan la bendición y si algo falla, es tu problema (falta de fe o Dios quiere otra cosa)).
En última instancia, échate una buena risa santa y por lo menos te olvidas del diablo por un rato. (continuará).

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