miércoles, 12 de octubre de 2011


REFLEXIÓN PARA TODOS.

“Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.
Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.
— ¿Cómo estás, amigo roble?, preguntó una mañana la hiedra.
—Bien, mi amiga, contestó el roble.
—Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura —agregó la hiedra con mucha ironía—.Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio.
—No te burles, amiga —respondió muy humilde el roble—. Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza.
Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.
Y el tiempo siguió su marcha. El roble creció con su ritmo firme y lento. Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible. El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.
Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.
Mientras tanto el roble reflexionaba:
—Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros.”

Es una tremenda lección que nos desafía a ser hombres y mujeres de carácter, que cuando vengan esos momentos difíciles, oscuros podamos nosotros permanecer firmes como el roble. Dios quiere ese carácter capaz de decirle a la tentación: No tentaré al Señor mi Dios. Dios quiere ese carácter capaz de decirle a los reinos de este mundo: Solo a Dios adoraré y a El solo serviré. Que podamos tener esa capacidad para esforzarnos y no desanimarnos. Que podamos ser determinantes con los sueños que queremos lograr. Que podamos conocer nuestras limitaciones pero también toda nuestra potencialidad.

La elección es tuya. Puedes pasarte el día esperando a que algo suceda en tu vida o puedes cultivar o desarrollar tu carácter mediante las promesas de Dios. Tú tienes la promesa de que Dios está contigo, es tiempo de mostrar carácter y salir adelante en su matrimonio, en sus finanzas y en todo lo que emprenda. Recuerda las palabras de David: “Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza.” Salmo 25:21