sábado, 26 de febrero de 2011

¿EMBARAZOS?...Ayudemos a los adolecentes


Para poder establecer un vínculo sano que facilite la relación con su hijo(a) adolescente, es necesario que usted primero comprenda los cambios psicológicos, maduracionales, físicos y sociales por los que él o ella están atravesando. Muchos padres y madres se apresuran a juzgarles sin darse el tiempo para preguntarse de dónde vienen sus conductas o porqué aquel niño/a que antes era dulce, obediente y alegre; ahora es distante, tiene frecuentes cambios de humor y rehúye al contacto físico con la familia.
Tengamos en cuenta que los y las adolescentes no aceptan soluciones falsas. Ellos y ellas buscan soluciones inmediatas, pero pueden rechazar los intentos si perciben elementos de falsedad. Por eso, no trate de engañarlos ni de mentirles, hábleles con la verdad. Si no la aceptan, deles tiempo, no necesita convencerlos de la verdad, tarde o temprano se enfrentarán a ella.
Es un hecho que el embarazo entre adolecentes está aumentando en forma notable. Se estima que “una” de cada diez jovencitas, menores de 18 años queda esperando guagua y en la mitad de los casos, esa criatura no nace (es abortada). Entonces cabe preguntarse: ¿Cómo proteger y controlar a mis hijos?
Ante todo y por diversas razones, es preciso considerar que los jóvenes de hoy son sexualmente más activos que las décadas anteriores. Por otra parte, no muestran responsabilidad alguna frente a los peligros del embarazo. ¿Por qué?...pues porque ellos aducen que la actividad sexual debe ser “espontanea y no planificada”.
Existe además una razón adicional y es que en muchos casos “ellas quieren ese embarazo”. Las muchachas que se sienten aisladas por sus padres en cuanto a cariño y atención, piensan que la posibilidad de dar a luz a una criatura, significa para ellas la perspectiva de tener alguien que las quiera y alguien a quien querer. Por otra parte, suelen ver el embarazo como una forma de afirmar su independencia de los padres o de “ser como su madre”.
Muchas motivaciones nacen de sentimientos de desesperanza, más la sensación de que hay pocas y limitadas oportunidades en la vida. Así, tener un niño es “lograr algo”. Varios expertos sostienen que esos sentimientos son comunes entre adolecentes de estratos socio-económicos bajos, que ven las posibilidades de estudio y trabajo muy escasas. Además, varios estudios muestran que los adolecentes de bajo rendimiento académico están tres veces más propensos a ser madres que aquellas con buenas calificaciones.
¿Cómo ayudarlos?
Hay un elemento muy interesante en los estudios de expertos: Cuando una adolecente tiene buena relación con sus padres, y éstos se oponen drásticamente a que ésta se embarace, las posibilidades de que esto ocurra se reducen en forma notable. Por lo tanto, el primer paso es mantener un buen contacto con los adolecentes, para que éstos puedan plantear sus dudas y problemas. Cuídese de no dar “sermones” sobre el tema.
El segundo paso, obviamente, es enseñar a los niños acerca del sexo y la sexualidad desde las edades más tempranas posibles y esta enseñanza debe ser clara, directa y práctica.
Se deben evitar los mensajes contradictorios. Por ejemplo, es ambiguo y desconcertante para un niño que su padre le diga: “No debes tener relaciones sexuales, pero si llegas a hacerlo, no te olvides de usar…”
El mensaje correcto sería el siguiente: “Te sugiero que no tengas relaciones sexuales todavía. Y ahora veremos juntos, como lograrlo”.
También es posible enseñar a niños y niñas, a decir “NO”, aunque sus compañeros los induzcan a juntarse con amigos e iniciar dichas actividades. Se supone que son los padres quienes deben entregar información sexual a sus hijos. Pero varias investigaciones demuestran que esto no sucede. La mayoría de los papás proporcionan datos vagos, con analogías que incluyen “abejitas y pajaritos”. Esto ocurre porque “ellos” se sienten muy incómodos con sus propios sentimientos y conductas sexuales. Y como tampoco recibieron educación, el ciclo se repite.
No sólo importa aquello que los adolecentes “deben saber”, sino lo que ellos “quieren saber”. En una encuesta a 50.000 adolecentes por ejemplo, ninguno preguntó acerca de “las trompas de Falopio”, pero si querían saber acerca de embarazos, orgasmos, homosexualidad, eyaculación precoz y otros.
Resumiendo: la educación sexual, en cursos, charlas, conferencias ó conversaciones familiares, debería incluir gran parte de los temas indicados aquí. Pero son los padres quienes deben dar el primer paso…aunque se sientan incómodos.