domingo, 28 de diciembre de 2008

2008 que se va y 2009 que nos enfrenta…”Pasemos al otro lado”



Los especialistas, destacan que a pesar de los esfuerzos de cada Gobierno de Estado por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, la crisis financiera mundial en el año 2009 impactará a cada nación."El 2009 será un año difícil para el Gobierno estatal y los municipios, por lo que tienen que ser estratégicos en la aplicación de los recursos públicos", consideran y proponen ahorrar dinero de cosas superfluas para aplicarlo en obras.Si una comuna por ejemplo, está acostumbrada a invertir en eventos de promoción, ya no podrá hacer ese gasto porque será dinero tirado a la basura, de ahí que deben readecuar su forma de usar el dinero.Al mismo tiempo, urge la necesidad de crear un grupo multidisciplinario de especialistas e investigadores para que diseñen una estrategia viable y posible para hacer frente a la debacle.Se trata de convocar a una gran estrategia estatal, jalar a los mejores cerebros y académicos y en un compromiso ciudadano y civil , sentarnos para buscar una estrategia de desarrollo que sea viable y posible. No soy un experto, pero creo firmemente que este equipo puede ser multipartidista, porque no debe importar el color o la afiliación partidista, o la religión que profese, sino atender y resolver las necesidades del pueblo.
Estamos terminando un año. Hay quienes prefieren celebrar este acontecimiento de una manera superficial y vana, con explosión de vaciedad y ruido para no pensar.
Yo me invito, y los invito a todos ustedes, a aprovechar esta oportunidad, de iniciar un año nuevo, de una manera mas sensata y madura: serenándonos y calmadamente entrar dentro de nosotros mismos para reflexionar, orar y compartir amistosa y familiarmente.
Vamos a tomar consciencia del tiempo y de su valor e importancia; para agradecer el tiempo vivido y esperar el que siempre viene cargado de dones y dificultades. El tiempo es el hilo que teje nuestra historia, es como un correo de gracias y bendiciones.
En una encíclica pude leer una declaración muy importante: “Un elemento distintivo del cristianismo es que los cristianos tienen un futuro. No es que conozcan los pormenores de lo que se espera, sino saber que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío… La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par y se ha dado una vida nueva”. Entonces tu vida puede y debe cambiar, ya no tienes nada que temer. Ya no puedes mirar con angustia el mañana. La misma muerte se convierte en amiga. Cristo con su muerte y resurrección nos ha dado la llave para abrir el mañana y hacer de cada día una nueva oportunidad.
Nos da las llaves para abrir la esclavitud, la persecución, la incomprensión y cada lucha y esfuerzo se convierten en peldaños de liberación. El tiempo, para el que vive su fe y de la fe, es una oportunidad de crecimiento y de siembra. Todavía podemos ser más y hacer más y servir y amar más y más. No tengamos miedo al paso del tiempo. No tengamos miedo a envejecer. Cultivemos más bien, cada día, la esperanza de un día mejor.
Cristo es el día sin ocaso, el lucero que no se apaga, la llama que siempre arde. El puede iluminar todas las noches. El puede llenar de fuerza todos los vacíos. El puede dar sentido y consistencia a todos los instantes. Todas las cosas y todos los acontecimientos pueden tener gran valor si ponemos en ellos la marca del Espíritu de Cristo, el sello del amor. El amor vence la temporalidad.
Lamentablemente, también podemos acumular días vacíos, esos días que no cuentan. Son días vividos con ligereza y egoístamente. Lo que da peso y consistencia a los días es el amor. El día que no se haya amado, bórralo de tu calendario de vida; y si has amado solo un poquito, cuéntalo por la mitad: “No se trata de llenar la vida de años, sino de llenar los años de vida”.
Agradece: a aquellos que con su manera de ser, te ayudaron a ser más humano, más sencillo, más sensible a las cosas de Dios. A aquel que supo escucharte comprensivo. A aquellos con quienes compartiste tus ratos difíciles y de alegría. A aquel que te ayudó a descubrir tu riqueza interior. A aquel que con su gran bondad te hizo ser sencillo. A aquellos que descubriste un día y “se quedaron en ti”. A aquel que corrigiéndote con cariño te hizo caminar. A aquel que con su vida incansable te animó a luchar. A aquellos que sin desesperarse siempre esperaron lo mejor de ti. A aquel que te exigía siempre haciéndote crecer en grandeza. A aquel que te hizo sentir importante cuando necesitó de ti. Aquellos que estando lejos los sentiste cerca. A aquel que con su desacuerdo te hizo descubrir tu verdad. Aquellos que sabes te quieren y siempre confían en ti. A aquel que siempre te anima a ver lo positivo. A aquel que te quiere como eres, animándote a crecer. A aquellos que con su experiencia interior te ayudaron a conocer a Dios y te anunciaron la buena noticia de que: Dios es tu mejor amigo, y te ama.

No olvidemos de pedir perdón, por nuestras faltas de fe. Por nuestros miedos y desconfianzas. Por nuestras omisiones. Por nuestras prisas, ligerezas y rutinas. Por no dar el fruto esperado. Por hacer sufrir a otros. Por no correr en ayuda de los demás. Por nuestros menosprecios e intolerancias. Por no compartir con los hermanos. Por nuestro orgullo y por no saber confiar y esperar en Dios.
Entre las tantas historias que los Evangelios relatan de Jesús, hay una que me es personalmente muy significativa; se trata de cuando el Señor calma la tempestad. Ciertamente un día en la vida de Jesús, durante su permanencia acá en la tierra no debió haber sido muy reposado ni para Él, ni para sus discípulos, pero al finalizar un buen día de aquellos, el Maestro montándose en una barca dice: “ pasemos al otro lado ” Podemos usar nuestra imaginación para revivir en cierta manera la escena, hasta donde la Palabra nos lo permite, y de esa manera me imagino a los discípulos de Jesús cansados, anhelando sentarse a solas con su Maestro, disfrutando tal vez de un merecido buen pedazo de pan fresco y algo de pescado, mientras deleitan sus oídos con las enseñanzas de su Señor, y sin embargo en lugar de todo eso, el Señor dice “ pasemos al otro lado ”. Muchos de los que seguían a Jesús, seguramente se miraron entre ellos, pero a pesar de las condiciones, posiblemente no muy favorables para un viaje en barca, como lo eran el cansancio, la oscuridad, el viento que iniciaba a soplar amenazante, era el Señor quien había hablado.
Lo que ocurrió a continuación es bastante conocido, se desató una gran tormenta y la barca se anegaba, mientras que el autor de la aventura “dormía plácidamente” en la popa de la barca. Puedo imaginarme aún a los discípulos afanados luchando contra los vientos y tratando se sacar el agua de la barca, hasta que fueron donde el Señor estaba y le despertaron diciéndole: Señor, no tienes cuidado que perecemos? Posiblemente se hubiese podido leer entre líneas algo así como “¡Señor, fuiste tú el de la idea de pasar al otro lado y te quedas acá durmiendo, por lo menos álzate y ayúdanos a sacar agua de la barca, para que no muramos!”. El Maestro se levanta, calma los vientos y la tempestad y reprende a sus discípulos, por la su falta de fe.
El Señor muchas veces me ha dicho, “ Nelson, pasemos al otro lado ”, sé que con usted también lo ha hecho; “ hijo mío, es hora de cambiar, de ir a otro lugar, de subir otro nivel en tu vida de cristiano ” y puede ser que las condiciones no parezcan ser las mas favorables y puede ser que en medio del camino se desate una terrible tormenta y peor aún, puede ser que en medio de todo, el Señor se acueste a dormir en la popa de nuestra zozobrante barca. ¡Qué situación desesperante! Pero, cómo puede ser posible que se nos olvide ¿Quién es el que va con nosotros en la barca?, es el Dios Todopoderoso. Recuerda que si Él te dijo “pasemos al otro lado” no lo hizo en singular, no te dijo : “pasa al otro lado” dijo PASEMOS .
Él va conmigo en mi barca, Él va contigo en tu barca, la barca no se hundirá jamás. Aunque parezca que duerme, El Señor se está mojando con la misma agua que parece anegarnos sin remedio, y aunque las condiciones parezcan ser las más contrarias, la barca no se hundirá jamás. Porque Él va con nosotros en ella y no permitirá que eso suceda.
Por esto querido amigo lector, frente a los desafíos del año 2009, a pesar de lo difíciles que puedan ser, ten confianza en Jesucristo que te dice: “Pasemos al otro lado” y como un valiente responde:
Gracias, mi Señor…. no le temo ni a los vientos, ni a las olas, ni a la tormenta porque tú vas conmigo en esta barca y llegaremos juntos al otro lado, tal y como tú me lo has prometido.

“MUY FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2009”






domingo, 7 de diciembre de 2008

“El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez” 2ª parte


En la primera parte dejamos claro que este nuevo nacimiento es más que una reforma. Muchas personas hacen resoluciones de año Nuevo, con abrazo, champaña y risas; sólo para quebrantarlas de nuevo, pues no tienen capacidad para guardarlas. El hombre está siempre reformándose, pero la reforma, a lo sumo, es sólo transitoria. La naturaleza del hombre debe ser transformada.
Un grupo de estilistas en belleza y corte de pelo, en su convención anual, decidieron exhibir su arte. Hallaron un vagabundo en los barrios bajos, le cortaron el cabello, lo afeitaron y le dieron un baño; lo vistieron con un traje nuevo de la mejor confección. Habían demostrado a satisfacción el valor de la excelencia en corte de pelo y belleza personal, pero tres días después, el hombre estaba de nuevo en el lecho del río. Había sido transformado exteriormente en un hombre de aspecto respetable, pero los impulsos y urgencias de su ser íntimo no habían cambiado. Había sido empolvado, perfumado y hermoseado, pero no cambiado.
¿Sabía Usted que se puede cepillar a un cerdo, rociarlo con agua de colonia, ponerle un moño en el pescuezo y hasta llevarlo a la sala? Pero en cuanto lo suelten, saltará al primer charco que encuentre, porque su naturaleza no ha cambiado. Sigue siendo un cerdo como antes.
La Biblia enseña que mediante el nuevo nacimiento el hombre entra en un nuevo mundo. La vida adquiere una nueva dimensión. El cambio que se opera se expresa en la Biblia por medio de varios contrastes: lujuria v/s santidad, tinieblas v/s luz, muerte v/s resurrección, un extranjero en el reino de Dios v/s un ciudadano del mismo. Al hombre que ha experimentado el nuevo nacimiento se le llama miembro de la familia de Dios. La Biblia enseña que cambia su voluntad, cambian sus propósitos en la vida, cambia su disposición, cambia sus afectos y ahora tiene propósito y sentido para su vida. En el nuevo nacimiento ha nacido en su alma una vida nueva. Recibe una nueva naturaleza y un nuevo corazón y se convierte en una nueva criatura.
Nicodemo se extrañó ante estas declaraciones de Cristo y preguntó: “¿Puedo entrar otra vez en el vientre de mi madre y nacer?” Una pregunta natural que cualquiera de nosotros hubiera hecho. Sus creencias habían sido sacudidas. Estaba descubriendo que no era suficiente ser religioso. La ley de Moisés no podía salvarlo, porque realmente no estaba cumpliendo sus requisitos. Tenía que nacer de nuevo. Se le dijo que nadie puede entrar en el Reino de los cielos sin nacer de nuevo, sin tener vida eterna, pues allí no puede existir sino la “vida de Dios”. Será admitido el que tenga esa vida. La gran pregunta es: ¿Poseo la vida eterna? Si no, ¿Cómo puedo obtenerla? Esta es la pregunta más importante que un ser humano puede hacer o lograr que se le responda.
La Biblia habla de muchos hombres que fueron transformados por el encuentro con Jesucristo. Hay un endemoniado al cual las cadenas no podían sujetar contra la fuerza de sus ataques, pero cuando encontró a Jesús fue transformado y más tarde lo encontramos en su hogar, “vestido y en su sano juicio”. Ya no era presa de alucinaciones. Ya no estaba en las garras del poder satánico. Ya no tenía los temores que lo habían acosado constantemente. Ya no era una amenaza para la comunidad. Era un hombre transformado en su carácter, vestimenta y conducta; hasta su medio ambiente había cambiado (Lucas 8 ).
Está Zaqueo, que defraudaba a la gente como recaudador de impuestos. Cuando se encontró con Jesús, todo cambió. Procedió a hacer restitución. “La mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8 ).
La mayoría de estos encuentros con Cristo dieron por resultado una transformación instantánea. En Pentecostés fueron tres mil los que nacieron de nuevo ese mismo día. A la mañana estaban perdidos, confusos y eran pecadores. Antes de que el día terminara, habían nacido al Reino de Dios.(Hechos 2:41).
Un joven llamado Saulo iba camino de Damasco en persecución de los cristianos, cuando tuvo un encuentro con Cristo bajo el ardiente sol de Siria. No habría de ser jamás el mismo. Una y otra vez se refirió después a aquel encuentro. Podía mirar al pasado y hablar de él años más tarde, recordando el día y el instante mismo en que se encontró con Cristo (Hechos 9).
El carcelero de Filipos tuvo una experiencia similar. Estando presa del miedo, exclamó: “¿qué debo hacer para ser salvo?” Y el apóstol le dijo: “Cree en el señor Jesucristo y serás salvo”. Muchos psiquiatras modernos dirían que no estaba emocionalmente en condiciones de adoptar una decisión permanente. Pablo no lo vio de esa manera y bautizó al carcelero esa misma noche. Y éste entonces lavó sus heridas como señal de la nueva vida que había recibido de Dios (Hechos 16).
Toda persona que esté dispuesta a confiar en Jesucristo como su salvador personal, puede recibir ahora el nuevo nacimiento. No es algo que se haya de recibir en el momento de morir, o menos después de la muerte; se ha de recibir ahora. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2) Dios ofrece vida eterna a todo el que quiera recibirla.
El hombre del siglo 21 hace la misma pregunta que siempre ha hecho el hombre. Es antigua, pero siempre nueva. Es tan pertinente hoy como en el pasado.
¿Qué es precisamente lo que uno tiene que hacer para reconciliarse con Dios? ¿Qué quiere decir la Biblia cuando emplea palabras tales como conversión, arrepentimiento y fe? Estas son todas palabras de salvación, pero muy poco entendidas.
Jesús lo hizo todo muy simple y nosotros lo hemos complicado. El hablaba a las gentes con sentencias breves y palabras de uso común, ilustrando sus mensajes con historias inolvidables. Presentaba el mensaje de Dios con tal sencillez que muchos no podían entender lo que decía. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:30-31) , esto es tan sencillo que millones tropiezan en ello. La sola y única decisión mediante la cual puedes convertirte es que decidas creer en el Señor Jesucristo como tu Señor y Salvador personal.
Muy importante: No tienes primero que enderezar tu vida. No tienes primero que enderezar las cosas en tu hogar. No tienes primero que enderezar las cosas en tu negocio. No tienes que tratar de abandonar primero algún hábito que te mantiene apartado de Dios. Todo eso lo has intentado y has fracasado muchas veces. Hay un hermoso himno titulado “Tal como soy”, y tú debes acudir a Cristo tal como eres. El ciego acudió como estaba. El leproso acudió como estaba. María Magdalena, con siete demonios, acudió como estaba. Tú puedes acudir a Cristo tal como eres.
Podría mencionar innumerables casos de hombres y mujeres que han tenido un encuentro con Jesucristo y se han convertido en nuevas criaturas. Toda su vida se ha transformado. Han entrado en una nueva dimensión de vida. Han nacido desde lo alto. Les ha sido impartida la naturaleza de Dios. Mientras antes estaban llenos de codicia, ambición y egoísmo, ahora tratan de glorificar a Dios ayudando a sus semejantes.
Sí, el hombre puede reconquistar el paraíso. Lo perdió en el jardín del Edén, pero puede volver a hallarlo por Jesucristo. Si hubiera suficientes hombres y mujeres en posición de esta vida nueva, ¡ Ella podría cambiar el mundo en que vivimos !
Esta es la única esperanza, el único remedio. No hay otro. El hombre debe experimentar una renovación interior completa.
“El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez”

Nacer dos veces está claro: Una vez cuando celebras tu cumpleaños y otra vez cuando aceptas a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida.
Morir dos veces también: Una cuando expiramos, nos meten en un cajón y nos llevan con la punta de los zapatos apuntando al cielo y la otra es la muerte segunda que Dios nos previene en el libro de Apocalipsis 2:11, 20:6, 20:14, 21:8 (condenación eterna).
Recuerda siempre que Dios te ama, y no quiere que nadie se pierda, es por eso que te previene:
“El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez”


sábado, 6 de diciembre de 2008

“El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez”.(1ª parte)


Es indudable que si la humanidad ha de salvarse, habrá que hacer pronto algo radical. El hombre sin temor de Dios, está al borde del infierno.
Recién comienza la exigencia de la legalización de matrimonios “homos” (en Chile), cuando en Europa ya se levantan voces de legalización de matrimonios zoofílicos (ser humano y animal), matrimonios pedastras (padre e hija o madre e hijo), matrimonios incestuosos (entre hermanos), usando el mismo argumento: Libertad de libre elección, libertad de los derechos humanos, libre opción, no discriminación, etc.,etc.
Las fuerzas que están hallando concreción en nuestro mundo son tan abrumadoras, que por doquiera el hombre sincero está empezando a clamar desesperado: “¿Qué debo hacer para salvar mi alma?”
En nuestro mundo todo parece mejorar, menos el hombre. En su naturaleza moral esencial, que gobierna sus relaciones con sus semejantes, roba, asesina, miente, engaña y arrebata. Desde el comienzo del tiempo ha permanecido sin cambio. Las noticias periodísticas de cada día y la televisión, nos muestran asesinatos, raptos, brutalidades, estafas, robos y engaños aún de gente que un tiempo antes eran confiables. Esto demuestra que en algún lugar hemos fallado. Bien decía un viejo psicólogo: “Todos los viejos pecados primitivos no están muertos, sino agazapados en los rincones oscuros de nuestros corazones modernos…permanecen allí todavía, y tan horribles como siempre”. (Carl Jung).
El hombre se está viendo obligado a aceptar la realidad del pecado y la necesidad de un nuevo nacimiento. El común denominador de los ancianos, cuando te sientas a conversar con ellos, es que ellos mismos creían y estaban seguros que colaboraban para formar una generación perspicaz y vehemente, para enderezar este mundo desordenado…y capaz de hacerlo… “tanto lo deseábamos, tan tenazmente lo intentábamos, y miren lo que hemos hecho. Del desorden sacamos un desorden mayor. Lo que hace falta es una nueva especie de hombres”.
El nombrado filósofo danés Kierkegaard escribió un libro titulado “La enfermedad mortal”, en el cual escribe: “El hombre ha nacido y vive en pecado. No puede hacer nada por si mismo, sino perjudicarse”.
Estamos empezando a reconocer, tras largos siglos de fútiles esfuerzos religiosos, culturales, morales y educativos, la incapacidad del hombre para cambiar su corazón. El hombre ha trabajado sin resultado para lograr sus metas morales y transformarse por el mejoramiento de su ambiente. Ahora estamos desilusionados y sabemos que, de alguna manera, el cambio debe venir del interior.
Los intentos del hombre por ayudar a los seres humanos a transformarse son diversos, a través de ciencias de la conducta como antropología, la psicología y la sociología, a fin de descubrir las leyes del comportamiento humano. La dificultad de estos experimentos es que no tienen en cuenta el hecho del pecado humano. Según las nuevas ciencias, el pecado es en gran parte “imaginario”. El hombre es producto de su medio ambiente. Es el feliz o desgraciado resultado de una combinación de cromosomas. Según este sentimentalismo seudo científico, un delincuente juvenil es sólo un sub privilegiado y un ladrón es simplemente un inadaptado. En esta filosofía abandonamos la idea del pecado y la responsabilidad personal y culpamos a todo menos ofensor. Por lo tanto, no tenemos nada que remediar, sino el medio ambiente del hombre, su mala vivencia, los tugurios, la pobreza, la desocupación y la discriminación racial, mientras que al primer responsable, el individuo, no se toca para nada ni se transforma. El hombre mismo y su conducta, según esta nueva ciencia, son considerados como el resultado necesario e inevitable de la selección natural.
Luego, está el intento del hombre para transformarse mediante la química. Los hombres de ciencia están empeñados actualmente en el control de la conducta mediante agentes farmacológicos. Estamos al borde de un vasto desarrollo de drogas para el control de la conducta del hombre. Al principio eran empleadas solamente en las enfermedades mentales, luego en muchas más enfermedades, siempre apuntando la posibilidad de que los dictadores del mundo puedan usarlas para dominar a sectores enteros de la sociedad. Son las drogas “que modelan la mente del hombre”, porque “los científicos están descubriendo como manipular las emociones, los pensamientos y la conducta mediante nuevos inventos”. Estas drogas “cambian las mentes, alteran las sensaciones, las percepciones, los estados de ánimo, los deseos, las maneras de pensar y actuar”. Pero estas drogas, a lo sumo proporcionarán sólo cambios transitorios, ya sea para mejorar o para empeorar, según la naturaleza del que las administre, con probable daño permanente para el cerebro.
Ahora bien: La exigencia de Jesucristo es: “Os es necesario nacer otra vez” (Juan 3:7). El nunca habría lanzado semejante desafío si no fuera una posibilidad. Sí, el hombre puede ser transformado, radical y permanentemente, desde adentro hacia fuera. Existe la posibilidad de llegar a ser un hombre o mujer completamente nuevos.
Es interesante que Jesús le hiciera esta declaración a Nicodemo, un recto y devoto dirigente religioso, que debió escucharla con asombro. Si se lo hubiera dicho a Zaqueo, que por medio de engaños y robos se había encaramado en el primer puesto de su mundo comercial, o a la mujer del pozo, que había tenido varios maridos, o al ladrón crucificado, o a la mujer hallada en adulterio, habría sido más fácil entenderlo. Sabemos que esas personas necesitaban una transformación. Pero Jesús se lo dijo a uno de los grandes dirigentes religiosos de su tiempo. Nicodemo ayunaba dos días por semana, pasaba diariamente dos horas orando en el templo, daba el diezmo de todos sus ingresos, enseñaba teología en el seminario. La mayoría de las iglesias se habrían alegrado de contarlo entre sus miembros; pero Jesús le dijo: “Eso no basta. Tienes que nacer otra vez”. Esto implica a lo menos dos cosas: Que todos necesitamos un nuevo nacimiento y también, que todos pueden lograrlo.
¿Qué queremos decir con eso de que uno debe nacer de nuevo, o nacer otra vez?
Para empezar, significa algo tremendamente radical. Lo que somos por naturaleza lo somos debido a lo que éramos al nacer. Al nacer, nuestro sexo está establecido, la misma armazón de nuestro cuerpo está ya determinada. No hay duda de que nuestro temperamento, nuestras capacidades, nuestros hábitos, nuestras inclinaciones, nos son dados todos al nacer, al menos fundamentalmente; de hecho, nuestra misma apariencia. Nacer de nuevo implica al menos un comienzo absolutamente nuevo, no una reforma de la vida, no el volver una nueva hoja, no la adición de algún atributo o aspecto o capacidad, sino algo tan radical que por ello vamos a ser algo totalmente diferente de lo que hemos sido. Desde luego, cualquiera sabe que no podemos nacer la segunda vez físicamente. Por lo tanto aquí se hace referencia a un nacimiento espiritual, un renacimiento no del cuerpo, sino del alma, la mente y el carácter. Además, debemos notar…que este milagro es absoluta y universalmente necesario, si uno ha de ser miembro del reino de Dios. Nadie está exceptuado y nadie puede reemplazar esta tremenda realidad por alguna otra cosa.
Para su vergüenza, y en detrimento de la sociedad, la Iglesia moderna en general, ha abandonado en gran parte este mensaje del nuevo nacimiento. Predica el cambio social, el desarme mundial, el mejoramiento de la legislación, la “prosperidad social y económica”, las “guerras y luchas espirituales”, las “conquistas y toma de posesión de territorios”, etc.; pero no insiste en lo único que puede resolver los problemas de nuestro mundo: La transformación de los hombres. El problema fundamental del hombre es espiritual, no social. El hombre necesita un cambio interior completo.
La Biblia se refiere muchas veces a este nuevo nacimiento que hablaba Jesús. El profeta Ezequiel dijo: “Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros”(Ezequiel 36:26). En el libro de los Hechos, Pedro lo llama arrepentimiento y conversión. Pablo habla de él en Romanos diciendo “como vivos de entre los muertos” (Romanos 6:13) y en Colosenses lo llama “despojarse del viejo hombre con sus hechos y revestirse del nuevo el cual conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9, 10). Tito, lo llama “el lavamiento de la regeneración” y también “la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5). Pedro decía que era llegar a ser “partícipes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). Para Juan era haber “pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
Así, pues, la Biblia enseña que el hombre puede experimentar un cambio radical, moral y espiritual y ello por obra de Dios mismo. La Biblia enseña que el hombre sin Cristo, está muerto en delitos y pecados y su gran necesidad es la vida. Pero no tiene dentro de sí la semilla de la nueva vida; ésta debe venir de Dios mismo.
Para terminar, déjame ilustrarlo más fácil: Un día una oruga trepa a un árbol, donde la naturaleza la reviste de un vestido de fibras. Allí duerme y pocas semanas después emerge una hermosa mariposa. Así mismo el hombre, angustiado, desalentado, infeliz, acosado por la conciencia, arrastrado por la pasión, dominado por el egoísmo, beligerante, pendenciero, confuso, deprimido, miserable, adicto al alcohol y a los barbitúricos, que busca como escapar…Puede acudir a Cristo por fe y emerger como un hombre nuevo. Parece mentira, y hasta parece imposible y sin embargo, es precisamente lo que Jesús enseña en la Biblia. Recuérdalo, hay que nacer dos veces para morir una sola vez. ¿Y qué es eso de morir dos veces?...veámoslo en la segunda parte de esta nota. Dios te bendiga